
La idea de el sí-mismo tiene que redefinirse como la interiorización de la comunidad. Y si se hace ese pequeño cambio, entonces se pueden sentir las cosas de manera muy distinta. Si el sí-mismo se definiera como la interiorización de la comunidad, entonces los límites entre yo y otro serían menos seguros. Estaría conmigo mismo cuando estoy con otros. No estaría con migo mismo cuando camino sólo o medito o estoy en mi cuarto imaginando o trabajando mis sueños. En efecto, estaría extrañado de mí mismo. Y "otros" no incluye sólo otra gente, porque la comunidad, tal como la veo, es algo más ecológico, o al menos animista. Un campo psíquico. Y si no estoy en un campo psíquico con otros -con gente, edificios, animales, árboles- no soy.
De modo que no sería "Existo porque pienso" (Cogito ergo sum, como dijo Descartes). Sería, como alguien me dijo las otras noches, "Existo porque participo". Convivo ergo sum.
JAMES HILLMAN